
Tomada de Flickr bajo licencia CC autor " kozumel ".
¿Nunca han sentido curiosidad por saber qué espera conseguir un paciente que está recibiendo tratamiento en un hospital? Parece que es obvio ¿no?. Básicamente prevenir, diagnosticar o curar una enfermedad o bien paliar los efectos de dicha enfermedad.
Pero imaginen que preguntamos a una serie de pacientes cuáles son expectativas respecto del hospital y de las pruebas y tratamientos a los que se va a someter. Imaginen que esos pacientes actuaran y se expresaran como en ocasiones lo hacen los alumnos y alumnas de los cursos de formación. Probablemente les escucharíamos algo parecido a las siguientes afirmaciones:
¿Que qué espero de mi ingreso y estancia en el Hospital? Espero que sea ameno, pasarlo bien y el contacto con los otros enfermos, que hay pocas ocasiones de coincidir”.
«Sanar. Estando en un hospital uno siempre sana algo».
“Mmmmm ¿Mi expectativa sobre mi ingreso en el hospital…?: ninguna porque yo nunca he sido diagnosticado de nada pero hace una hora me han avisado de que tenía que venir a ingresar hoy a las nueve y cuarto, y por eso he llegado tarde”.
“Vengo al hospital porque mi médico tiene que cumplir un objetivo de vacunaciones por persona. Como se acaba el año y yo era la que más desahogada estaba, y el resto de vacunas no me gustaban, he venido a vacunarme de meningitis”.
“En realidad no tengo problemas de deplección parcial del colesterol hepático pero el nombre del principio activo – inhibidores de la HMGCoA-reductasa – me hizo sentir curiosidad y me lo estoy tomando ”.
¿Simpático, desconcertante, cómico, subrealista? ¿Qué opinaríamos de los Responsables Sanitarios? ¿Qué opinaríamos de los propios «pacientes»? ¿Qué opinaríamos de la gestión del gasto sanitario?
Las frases anteriores no las he recogido en el ámbito médico. Es evidente. Están inspiradas en declaraciones de participanes en cursos y talleres de formación que yo he impartido. Es lo que han manifestado como expectativa ante el curso al que asisten. Son declaracines sobre qué es lo que esperan de la formación. Hablo de cursos de formación continua en empresas, no hablo de la formación universitaria ni la formación profesional. Las frases originales fueron éstas:
“En realidad en mi puesto no uso – este curso – pero lo vi anunciado y el título me hizo sentir curiosidad a ver de qué va”.
«Aprender. Siempre se aprende algo».
“Espero que sea ameno, pasarlo bien y el contacto con los compañeros que hay pocas ocasiones de coincidir”.
“Mi expectativa: aprender algo que me permita mejorar”.
“Ninguna porque mi jefe me ha avisado de que tenía que venir a este curso hoy a las nueve y cuarto, por eso he llegado tarde”.
“Vengo porque mi departamento tiene que cumplir un objetivo de horas de formación por persona y como se acaba el año y yo era la que más desahogada estaba y el resto de cursos no me gustaban…”.
Hace unas semanas uno de los lectores me proponía escribir acerca del motivo por el cual resulta difícil establecer objetivos de formación. Pretendo iniciar este análisis retomando este antiguo post, el cual ilustra bastante bien el «desperdicio» que a veces supone la formación mal identificada, mal diseñada, mal comunicada a sus destinatarios o mal impartida.
Les invito a que me sigan en los sucesivos artículos en los que relataré mi experiencia y mi opinión al respecto.
2 comentarios
16 septiembre 2009 a 22:19
Jesús
Es curioso. Este mismo fundamento/ejemplo lo puse yo hace un año en el I.E., donde soy profesor adjunto, para explicar cual es el límite del poder de un alumno al calificar a un profesor.
¿ Qué médico es bueno ?; ¿ El que cura efectivamente al paciente o el que deja al paciente satisfecho?. Ya sé, la respuesta es aquel que hace ambas cosas. Pero.. ¿ si solo se puede hacer una de las dos ?
Muchos pacientes ya mayores quieren médicos que les escuchen. Y no atienden a lo que el médico les responde o explica. Un médico poco simpático, resulta ser un mal médico. Aunque sea un gurú.
En el ámbito docente, puede llegar a pasar lo mismo si «el poder» del alumno es muy fuerte. Especialmente si entre al binomio «educar o divertir» el alumno se centra en esperar lo segundo, aún a costa de lo primero.
16 septiembre 2009 a 23:47
bonificate
Importante el tema que tocas. Los que vendemos servicios profesionales solemos tener al menos dos clientes: el que nos compra (el que nos contrata) y el que nos usa (el que recibe nuestros servicios). No siempre ambos clientes buscan objetivos compatibles entre sí. Pasa como en la venta de comida para niños: los intereses de niñas y niños pasan por el juguete que acompaña al producto, pero a los padres y madres lo que les preocupa es la adecuada nutrición y el coste de la misma. Gracias.