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Foto tomada de Flickr bajo licencia Creative Commons, autor " Universidad Europea de Madrid"
Este pasado verano ha sido publicada una Orden que ha pasado casi desapercibida, sin pena ni gloria diría yo. Creo que solamente se ha echo eco Juan Martínez de Salinas en su blog (al menos que yo sepa). Se trata de la Orden EDU/2278/2009, de 13 de agosto, por la que se convocan ayudas para la matrícula en un Master oficial por parte de titulados universitarios en situación legal de desempleo.
Las ayudas tienen una doble finalidad, a saber:
1. Se convocan ayudas destinadas a financiar los gastos derivados de la matrícula en un Master oficial cursado en una universidad pública, dirigidas a titulados universitarios que se encuentren en situación legal de desempleo y que tengan reconocido el derecho a percibir la correspondiente prestación económica.
2. La finalidad de las ayudas es mejorar las cualificaciones académicas por la vía de completar y actualizar los niveles formativos de los destinatarios y favorecer la incorporación al mercado laboral de los titulados universitarios que temporalmente han perdido la condición de empleados.
Y los aspirantes deberán cumplir una serie de Requisitos, en concreto:
a) Tener nacionalidad española.
b) Haber nacido entre el 1 de enero de 1969 y el 31 de diciembre de 1983.
c) Estar en posesión de un titulo oficial universitario.
d) Encontrarse en situación legal de desempleo.
e) Tener reconocido el derecho a percibir prestación o subsidio de desempleo en la fecha de finalización del plazo de presentación de solicitudes y no haber expirado en esa fecha el período durante el cuál tiene derecho a su percepción.
f) Estar matriculado en el curso 2009-2010 en un curso completo de máster oficial, de acuerdo con el correspondiente plan de estudios, impartido por una universidad pública.
El texo de la orden recoge adicionalmente que las ayudas se adjudicarán de forma inversamente proporcional a la renta per cápita del solicitante ponderada con un coeficiente corrector en función de la edad del solicitante.
Esta convocatoria genera en mí una opinión totalmente negativa de la misma y muy crítica en lo referente a la «filosofía» que subyace a estas ayudas. En concreto lo que no me gusta es:
1. Que esté dirigida únicamente a Titulados Universitarios. Me pregunto si un Titulado en Formación Profesional está más protegido frente al riesgo del desempleo.
2. Indirecta y tácitamente la convocatoria admite que los recién titulados por la Universidad Pública salen de sus estudios con una formación incompleta y desactualizada. El razonamiento es sencillo: el límite de edad permite que se presenten personas de 26 años de edad, es decir, recién salidas de la Universidad. Añádase a ese dato el que la convocatoria dice expresamente «La finalidad de las ayudas es mejorar las cualificaciones académicas por la vía de completar y actualizar los niveles formativos de los destinatarios». Tácitamente se admite que los recién titulados salen de la Uni con una preparación incompleta.
3. La edad de los solicitantes está limitada al rango de 26 a 40 años. Me alegra saber que las personas mayores de 41 están libres de riesgos de quedarse desactualizdos y sin empleo. Nunca entendí estos «cortes» en la edad de la gente.
4. Tampoco entiendo por qué se limita a personas en situación de desmpleo y que cobren la prestación. Me pregunto: los desempleados que ya no cobran ¿no son hijos de Dios? ¿Los empleados en riesgo de quedar en paro tampoco lo son?
5. Sólo se ayuda a cursos tipo Master y sólo si los imparte una Universidad Pública. Me pregunto ¿si quiero hacer un doctorado? ¿si quiero hacer un PDG? ¿Y si prefiero centros privados sean o no universitarios? ¿Y si la Universidad pública no ofrece el tipo de Master que yo busco? ¿Y si los Masters de la Universidad pública resulta que no actulizan mis conocimientos arreglo a lo que demanda el mercado laboral?
6. Baremos por renta per cápita y por edad. ¿Qué tendrá que ver la renta per cápita de una familia con el grado en que sus conocimientos están desactualizados? Ejemplo: familia A con renta per cápita de 1400 € al mes y familia B con 1200 € de renta per cápita. El aspirante de la familia A es un Licenciado en Geografía en el año 1981 que ha trabajado desde entonces como programador Cobol en un equipo AS400 en una empresa textil que acaba de cerrar. El aspirante de la B es un Teleco superior titulado en el 2004, MBA y bilingüe que ha pactado su salida con la empresa para tomarse un año sabático mientras hace otro máster. ¿A que mola?.
7. Y cuando todos tengamos nuestro Máster ¿en qué será distintivo tener un Máster?
José Carlos Amo Pérez.

Tomado de Flickr bajo Licencia CC autor DaniGold
A algunos de los lectores les ha resultado cómico el punto de vista que ofrecí en el anterior post. Alguno me ha confesado que lo usó en una reunión en su empresa como forma de «acercamiento crítico a nuestro sistema de formación«. Que conste que la empresa donde trabaja esta persona podría darnos clases a todos nosotros de buenas prácticas de formación. Son un ejemplo y un modelo (quizá lo sean porque se auto-cuestionan ….). Que conste también que no estoy haciendo la pelota ya que ni son mis clientes ni hemos iniciado contactos para que lo sean. Pero les conozco bien.
El caso es que somos cada vez más personas que estamos en la línea de hacer una autocrítica de nosotros mismos como profesionales y de nuestra profesión. Por eso me planteo ¿qué pasaría si los directores de formación y los consultores de formación hablaran como médicos?. Quizá podríamos escuchar cosas de este estilo:
«No es necesario que usted haga ninguna prueba diagnóstica, doctor, nosotros ya lo hemos hecho. Bueno, a nuestro modo, ya sabe, pues aquí los enfermos son distintas a lo que hay fuera, son muy particulares«.
«Mire doctor, a este enfermo no hay más que verle la cara para saber lo que le pasa; para ahorrar tiempo le digo lo que debe aparecer en el informe de parasitología microbiológica y en el de ITU de etiología fúngica«.
«Este enfermo aún no está diagnosticado de nada. Pero no importa, necesito un informe clínico en el que me diga qué tratamientos podemos aplicarle, su coste y el tiempo de hospitalización requerido. El tratamiento debe estar personalizado al máximo. Ah!! muy importante incluya en el informe qué tratamientos son los que más aplican el resto de hospitales de nuestro perfil, ¡no podemos dejar de hacer lo que hacen los demás!«.
«Me parece un magnífico tratamiento contra el asma de Paquito. El tratamiento que usted me propone es la inhalación de 200 microgramos de salbutamol cada 6 horas y lo vemos muy acertado. Ahora bien, cuando se lo administremos a Paquito estarán presentes el resto de compañeros, a ver si algún otro ‘inspira’ esa fina niebla de medicamento, que falta les hace«.
«Doctor todos nosotros tenemos gripe A, pero en lugar de tratarnos a todos, me trata usted a mi con cuarto y mitad de vacuna y yo aplico el tratamiento a todos los compañeros«.
«El valor añadido de nuestro tratamiento contra el cáncer de páncreas es que se lo puede deducir en su declaración de la renta«.
«Nuestro equipo de neurocirujanos le acompaña en su proceso de sanación, y serán su partner estratégico en el proceso de optimización de sus enfermos«.
«Porque hablamos el lenguaje de nuestros clientes ponemos a su disposición nuestro sistema de Ph-metría exofágica de 24 horas, nuestra histeroscopia, Nefelometría, y nuestro holster todo ellos para la correcta gestión de los Dos fenotipos disfuncionales como son el Pi*Pittsburgh y el Pi*F«.
Las frases textuales en el ámbito de la formación son:
«No es necesario hacer un diagnóstico de necesidades de formación. Nosotros a nuestro modo ya lo hemos hecho. Además nuestro personal y nuestro sector son muy particulares y resultaría difícil para ustedes que son de fuera».
«Sé que usted viene porque mi jefe le ha contratado para hacernos un diagnóstico de necesidades de formación. Como yo sé lo que le pasa a cada uno de mis hombres yo le digo lo que debe poner en su informe».
«Aún no tenemos la detección de necesidades para este año. Para ir avanzando me puede preparar una propuesta de formación que tenga en cuenta las particularidades que le he contado de nuestra empresa. Quiero que los cursos sean adaptados a nuestra empresa y a nuestra cultura. Y como ustedes están en contacto con otras empresas incluya cursos que usted vea que les piden en otros sitios«.
«Su propuesta de trabajo para que Fulanito aprenda a dirigir proyectos nos ha gustado mucho. Vamos a aprovechar y que asista todo el departamento, a ver si alguno más aprende algo que falta les hace».
«En lugar de dar el curso a todos los auditores de calidad, usted me da a mí las nociones durante cuatro horas y luego yo imparto el curso al resto».
«El valor añadido de nuestro cursos es que son 100% gratis si se los bonifica a través del FORCEM» .
«Nuestro equipo de consultores son expertos en el acompañamiento durante el proceso de formación continua pues somos su partner estratégico en el desarrollo de su capital humano»
«Hablamos el lenguaje de nuestros clientes ….. y más adelante …. nuestra metodología QRTT queda intrínsecamente validada por los ROI obtenidos de los servicios temporales aplicados en los procesos de partenariado con nuestros clientes»
Las dos últimas frases las he desvirtuado para que no las localicéis con el buscador de internet.
En fin, nos ganamos a pulso gran cantidad de comentarios críticos hacia la Función de los RRHH. Tanto los responsables de formación como los consultores. La Función formación tiene un trabajo muy sencillo de explicar: lograr que las personas sepan hacer su trabajo. Saber, querer y poder son los tres ingrediente que se combinan para que cualquier profesional haga las tareas que se le han encargado. Nadie hará un trabajo o una tarea que no pueda, no sepa o no quiera hacer.
La Formación (en el amplio sentido de la palabra, es decir, entendida como desarrollo del capacidad de una persona) es la herramienta que ayuda en el saber y algo en el poder. Seguiremos desarrollando estos conceptos.
Los que sigais a BONIFICATE a través de Twitter o LinkedIn estais al tanto de la inminente entrada en vigor de la Resolución de 27 de abril de 2009, del Servicio Público de Empleo Estatal, por la que se publica los cuestionarios de evaluación de calidad de las acciones formativas para el empleo.
Esta Resolución me sugiere muchas reflexiones sobre lo atrasado de nuestro modelo de Formación Continua, a pesar del esfuerzo por mejorarlo en los últimos años. Las modificaciones que encontrareis si comparais la versión anterior de encuesta con la nueva son más de forma que de fondo o de concepto. En concreto quiero hablar de la confusión de nuestro Servicio Público de Empleo Estatal (o de sus asesores en materia de formación) entre el concepto de calidad de las acciones formativas y de satisfacción (del alumnado). No voy a entrar en debates propios de expertos en calidad pero sí en lo que a la formación, a la Pedagogía, se refiere.
Cuestionarios como los que entran ahora en vigor sirven para contrastar lo obvio, es decir, los mínimos indispensables. Es como si te compras un coche y te encuestan sobre la calidad preguntándote «¿el coche tenía asientos? ¿y volante?». Otras preguntas del cuestionario se formulan a los participantes, los cuales no tienen por qué tener una opinión fundada ni válida sobre el tema. Siguiendo el ejemplo del coche, es como si preguntáramos «La BSI del control electrónico ¿está actualizada?». Otras preguntas son simplemente ridículas «el vehículo que ha adquirido ¿mejora sus posibilidades para viajar?»
Toda acción formativa debe cumplir unos mínimos: la organización del curso debe ser buena, los formadores y formadoras profesionales válidos, las aulas y medios estar en buen uso. Pero nada de esto asegura la calidad de las acciones formativas, sino tan solo el contento o la satisfacción del alumnado. Cuántas veces hemos escuchado al final de un curso lo de «qué bien comimos en el hotel y qué bien supo llevarnos el profe, y lo ameno, incluso en la hora de la siesta». Esto mide lo contenta que se va la gente, pero no podemos caer en el error de pensar que estamos midiendo la calidad del curso.
En formación tenemos dos clientes: el cliente que compra y el cliente que consume. Es como la clientela de un kiosko de golosinas: están los que compran (normalmente madres y padres, aunque no exclusivamente) cuya preocupación principal está en relación con lo saludable que son las golosinas para sus hijos e hijas. Y están los que consumen, es decir, la chiquillería, la cual no se preocupa por su nutrición sino por su disfrute. En la Formación ocurre parecido. El cliente que consume la formación, es decir, el alumnado, debe estar satisfecho con lo que consume. Este cuestionario está dirigido a ese colectivo. El cliente que compra, la Direccción de RRHH/Formación, lo que espera es el desarrollo de las personas participantes. A día de hoy no medimos cuánto están de satisfechos con los resultados del curso los que compran. Y sería momento de empezar a medirlo.
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